Unica Moneda Para America Latina

Se desea crear una nueva arquitectura financiera regional, alejada de los entramados de la crisis del capitalismo. La idea es que esa moneda única no sólo tome como referencia la cotización del dólar, sino la del euro, el yen, el yuan, el rublo y los commodities.

Crear una moneda única para américa latina ha sido la idea de los presidentes con los discursos más altisonantes de América Latina. Fidel Castro, Hugo Chávez, Rafael Correa, Evo Morales y Daniel Ortega han clamado por esto desde la Alba (Alternativa Bolivariana para las Américas), el grupo que crearon en 2004 para oponerse a Estados Unidos y que integran Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Antigua y Barbuda, San Vicente y Las Granadinas y Dominica.

En la práctica, están más cerca de la dependencia de la renta petrolera. El acercamiento de los países al Alba, de hecho, se produjo con la creación en 2005 de Petrocaribe, un acuerdo impulsado por Venezuela mediante el cual ese país vende petróleo subsidiado a 17 naciones caribeñas. Es la iniciativa que aglomera más voluntades. Al Banco de la Alba, en cambio, sólo se han sumado 5 de los 8 países que componen el acuerdo y en su página web el único proyecto que se detalla es el del financiamiento de Venezuela a la importación de productos bolivianos.

Los intereses hallados en el tema en cuestion son los siguientes; Hay 13 acuerdos de integración vigentes en el continente americano, algunos con más vocación política que económica.  Nicaragua tiene obligaciones con el Mercado Común Centroamericano; República Dominicana con Estados Unidos; Por su parte Ecuador y Bolivia responden también a la Comunidad Andina; las islas caribeñas tienen su propia asociación y Venezuela se empeña en ingresar al Mercosur.

Para que prospere una zona económica común y una eventual moneda única hay varias condiciones que cumplir, muchas de ellas contravienen las posturas que mantiene los miembros de la Alba. La primera sería reducir el control gubernamental sobre el comercio exterior y la propiedad pública de grandes industrias y respetar la propiedad privada, algo difícil en Cuba o Venezuela, por ejemplo.

Le seguiría reducir las altas tasas de inflación para impulsar el consumo interno y diversificar las exportaciones basadas en criterios competitivos, una contradicción en países que critican a los mercados. Aumentar el comercio intrazona, intercambiar algo más que petróleo (77 por ciento de lo que transan entre sí), favorecer las desgravaciones arancelarias y tener legislaciones comunes para promover la inversión extranjera o la solución de controversias son los pasos que seguirían para crear el marco de una política comercial común.

Es una tarea de larga data, advierte Josette Altmann, directora del Observatorio de la Integración Regional Latinoamericana. «Más aún si mira la experiencia europea», remacha. «Lo que sí se facilitará con el Sucre serán las compras no dolarizadas a través de monedas locales compensadas. Debe tenerse claro que no tiene la pretensión de transformarse en un ‘euro’ latinoamericano».

La observación contrasta con lo dicho por presidentes como Correa o Chávez, que abogan por una mayor cuota de soberanía frente a las grandes potencias a través de la integración monetaria. Una alianza ideológica y defensiva sobre la que algunos de sus miembros -en especial las islas angloparlantes-, aunque se benefician, tienen reservas.

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